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Ulises y el mercado de las comadrejas


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Sí, los mercados también tienen su casta. “No es Ulises, el modelo de héroe moderno, quien domina las bolsas, sino una casta que, por su forma de actuar, se asemeja bastante a la comadreja: su papel en la naturaleza es la de un depredador, pero es demasiado pequeña para cazar como es debido y no siempre consigue la presa que persigue: al contrario, fracasa una y otra vez”.

Quien escribe no es Pablo Iglesias, sino Georg von Wallwitz, autor de Ulises y la comadreja’ y miembro de esa casta cuya codicia nos llevó a la crisis que vivimos. Atrapada la ambición que mueve a los actores, Georg von Wallwitz nos describe cómo funciona el teatro donde actúan, un mundo imperfecto del que no podemos prescindir, movido por sentimientos más que por patrones matemáticos.

“¡Los mercados nos atacan!”, gritan a estribor. “¡Los mercados sólo se defienden!, braman a babor. Georg von Wallwitz duda de que la flota la mande un almirante y no cree que tenga un orden de batalla: “no todos los inversores y especuladores actúan de una manera estrictamente racional”. El problema es más sencillo: los gestores de fondos no tienen la capacidad para analizar la auténtica situación de las compañías en las que recomiendan invertir. Son comadrejas que intentan cazar bisontes.

Panico bolsas

Mientras Georg von Wallwitz describe con un estilo divertido y mordaz la evolución de este mundo imperfecto, Vicente Varó traza un mapa inmaculado de los mercados financieros (INCORRECTO, ved la nota al final de la entrada). En ¿Para qué sirven realmente los mercados financieros?, Varó explica con vocación didáctica quién hace qué, y cómo, en un mercado sin el cual nuestra sociedad sería imposible. En el mundo de Varó no hay comadrejas que aspiren a cazar una presa demasiado grande, ni burbujas que nacen y explotan una y otra vez (FALSO, ved la nota al final de la entrada), atrapando por igual a codiciosos e incautos. El mercado financiero que describe Varó parece perfecto.

Con ejemplos sencillos, este periodista especializado en información económica detalla los riesgos de una hipoteca multidivisa, qué son los peligrosos derivados, cuál es el papel de los bancos centrales o cómo se puede ganar dinero cuando todos los valores de la bolsa caen. Para Varó no hay especuladores que nos atacan cuando sube la prima de riesgo ni inversores que confían en nuestro futuro, en nuestro sacrificio, cuando ésta baja y la bolsa sube. No hay doctor Jekyll y Mr. Hyde, sólo múltiples actores que sólo buscan un fin: ganar lo máximo posible.

Visiones opuestas de una misma realidad, los dos libros deberían venderse juntos. Mientras Vicente Varó nos enseña de forma didáctica la teoría, como si la crisis hubiera sido un accidente, Georg von Wallwitz intenta atrapar el espíritu que mueve los mercados y nos recuerda que el azar juega un papel demasiado importante: “La intuición ha de estar acompañada por la buena suerte”. Complementarios, son una buena introducción para empezar a comprender la complejidad de un mundo del que formamos parte, queramos o no.

‘Ulises y la comadreja. Una simpática introducción a los mercados financieros’. Georg von Wallwitz. Acantilado. Barcelona, 2013. 178 páginas, 12 euros.

‘¿Para qué sirven realmente los mercados financieros?’ Vicente Varó. Paidós. 240 páginas, 16 euros.

3 respuestas »

  1. Gracias por la reseña y por la recomendación.

    Permíteme comentar, no obstante, que no me siento reflejado en la visión ‘inocente’, podríamos decir, que te transmito en la visión que plasmo en el libro.

    En el capítulo 2, ya hago un repaso de las primeras burbujas de la historia y la irracionalidad que las acompañó, con el papel destacado de la especulación en cada momento.

    De hecho, dedico precisamente un capítulo del libro a la importancia de las emociones en las decisiones financieras y otro a los efectos de la tecnología y la importancia de los robots en la operativa de los mercados, con el análisis de lo que puede suceder.

    En fin, está claro que si te ha generado esa sensación es que no he hecho suficiente hincapié en ello, probablemente por la intención de ser lo más didáctico posible y no recurrir a los manidos tópicos.

    Pero una de mis intenciones en el libro es dejar claro, precisamente, el papel que juegan las emociones (la avaricia y el miedo, entre ellas) en el entramado de los mercados.

    Un abrazo y gracias!

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    • Tiene razón Vicente Varó cuando dice que en ‘¿Para qué sirven los mercados financieros?’ sí escribe sobre las burbujas y analiza el papel que las emociones juegan en la bolsa. Acierta también razón cuando afirma que la sensación que tengo, más de un año después de la lectura de su libro, es que no habla de ellas. Su educada corrección merece una explicación, a él y a vosotros. Leí la guía de Varó en el verano de 2013 y escribí una reseña que nunca publiqué y que se quedó guardada en el escritorio del blog. ‘Ulises y la comadreja’ tuvo la culpa. Comencé a leer el ácido libro de Georg von Wallwitz nada más terminar la guía de Varó y pensé que eran lecturas no solo muy distintas sino complementarias. Von Wallwitz, gestor de fondos de inversión, escribe desde dentro de un sistema que cree estructuralmente imperfecto: sus actores no pueden hacer bien su trabajo, no pueden saber la auténtica realidad de las empresas en las que invierten su dinero, o el nuestro. La metáfora de las comadrejas, depredadores pequeños y demasiado ambiciosos, me parece muy acertada. Frente al relato subjetivo de Von Wallwitz, Varó ha escrito una introducción a los mercados financieros que tiene las virtudes de un buen manual sin ser un tocho inmanejable. Insisto: con habilidad, Varó hace fáciles conceptos complicados. Sin embargo, su descripción de cómo funciona el mercado me parece más una descripción de cómo debería funcionar el mercado. Al contrario que Georg von Wallwitz, Varó no cree que el sistema sea estructuralmente imperfecto. Cuando este martes rescaté la idea de escribir una entrada con ambos libros, no tenía el de Varó a mano. Un vistazo superficial me habría permitido evitar los errores. ¿Justifica esta explicación mi fallo? No, en absoluto. Te pido disculpas, Vicente, por las dos afirmaciones falsas que he escrito en la entrada y os pido disculpas a vosotros también. Corregir los fallos y hacer como si nunca hubiese escrito lo que escribí sería tramposo, así que mantengo las afirmaciones, dejando claro que no son ciertas y remitiendo a esta nota. Me esforzaré por evitar este tipo de errores.

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