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‘El oficio más hermoso del mundo’


Acotación 1: Sábado, 7 de diciembre de 1974. Manuel Fraga, exministro de Franco que busca reconvertirse en un demócrata de toda la vida, se reúne con el cardenal Jubany en el Palacio Arzobispal de Barcelona.

Cuando salió, le pedí a Fraga una entrevista.

  • No doy entrevistas, joven – tronó. Me sumé al pequeño séquito en el recorrido por el Barrio Gótico. Me vio.
  • Le he dicho que no doy entrevistas – dijo.
  • No se la pido. Le sigo – respondí. Seguimos andando. Al pasar frente a un estrecho portal de la calle Ferrán se detuvo.
  • Entremos ahí, me hace la entrevista y desaparece de mi vista – dijo casi a gritos.

Entramos en el portal. El zaguán era estrecho y estaba a oscuras. Apenas pude poner en marcha el magnetófono.

  • ¿Cómo ha encontrado el país a su regreso?
  • En España ha proliferado excesivamente el rumor, y ello, el desequilibrio que comporta, opino que políticamente es poco sano.
  • Dicen que bajó al vestuario a arengar a los jugadores de la selección española de fútbol que jugaban contra Escocia. ¿Qué les dijo?
  • Básicamente, que al que pegara una patada se la pegaba yo después a él.
  • Las asociaciones políticas…
  • No hay pregunta.
  • Tiene usted astucia gallega.
  • Es que soy gallego.
  • Y animal político.
  • Quizá más animal que político.
  • ¿Qué opina de la frase de José Antonio Girón de Velasco de que habrá que salvar a la patria tirándose otra vez al monte si es preciso?
  • Yo soy montero, y con eso quiero decirle que el monte no me produce ningún miedo. Pero a los que de forma tan ligera usan de esa fraseología sería bueno advertirles de que en el monte no todo es orégano.
  • ¿Qué pensaría un policía si entrase ahora en este portal y nos viese a los dos de cháchara y a oscuras?
  • Lo que pensaría cualquier policía: que está usted tratándome de vender un magnetófono de contrabando. Hemos terminado, desaparezca de mi vista”.

Leo esta divertida anécdota de Martí con la voz de Martí, con la misma cadencia de sus columnas en la SER, que disfruto desde los lejanos tiempos de ‘El bestiario’. Es el mejor reportero español”, escribe Enric González. ¿Quién se atreve a llevarle la contraria? Seguro que al propio Martí se le ocurren unos cuantos nombres. Pero lo importante no es que sea el mejor, lo importante es que es único. En El oficio más hermoso del mundo’, José Martí Gómez recorre su vida profesional desde sus comienzos en ‘Mediterráneo’ hasta su presente en A vivir que son dos días’, donde su maestría se intuye en la elección de muchos de los entrevistados y se disfruta en una píldora que condensa en un minuto casi sesenta años de oficio.

 José María Huertas Clavería, José Martí Gómez y Paco Candel en Castelldefels (Pepe Encinas, 1985)

Acotación 2: Palacio de Justicia de Barcelona, finales de los años setenta.

«En un receso de los juicios que celebraba en su sala, el magistrado Antonio Carretero salió al pasillo y se me acercó:

  • ¿Tú eres el que escribe sobre juicios? – preguntó.
  • Sí.
  • No tienes ni idea de Derecho, ¿verdad?
  • No. 
  • Por eso tus crónicas están muy bien – y volvió a la sala.

A partir de esa idea me empollé libros de Derecho y de criminología. Se notaba en mis crónicas porque ya ponía «según el artículo 9… apartado C… que dice…».

El magistrado Carretero, miembro de la clandestina asociación Justicia Democrática, volvió a salir de la sala otro día y se volvió a aproximar.

  • Veo que ya sabes algo de Derecho…
  • Un poco.
  • Se nota en tus crónicas. Ya no valen nada –  y se volvió a marchar».

Arrinconé los libros de Derecho y de criminología y volví a lo mío: a relatar las historias de vida de las gentes que pasaban por los banquillos, en aquellos años solo gente humilde, sin cultura, vidas forjadas en ambientes de familias desestructuradas, una definición social de la que ahora se habla mucho pero que viene de muy lejos: amantes frustrados, chicas que abortaban en cuchitriles miserables, adolescentes de los barrios periféricos que daban forma a las primeras bandas juveniles, delincuentes carne de prisión desde su adolescencia. Había en aquellas vidas algo que te conmovía. Eran vidas nacidas para el fracaso y era ese relato el que interesaba al magistrado Carretero, que de Derecho estaba harto».

Si hay una constante en la obra periodística de Martí es su interés por los más débiles, los desfavorecidos, los perdedores, hombres y mujeres que se quedan a la deriva entre la indiferencia de casi todos y el afecto de unos pocos. Periodista de tribunales y sucesos, Martí conoció como pocos los bajos fondos de Barcelona. También, el cielo de los poderosos. “Las tardes tomando copas en el hotel Majestic enriquecieron mi visión pesimista sobre la vida”, escribe en esta desordenada crónica personal por la que desfilan jueces, empresarios, políticos, cardenales. “La Iglesia, como ocurre en toda institución poderosa, la gobiernan hombres de fe paternalista y descarnada. Tarancón conocía bien a todos esos hombres”. Martí también, y su retrato evoca la España del tardofranquismo, la Transición, los años dorados del PSOE, a través de un periodismo que cambia, evoluciona y enferma…

Tortell Poltrona, fundador de ‘Payasos sin Fronteras’, con José Martí Gómez

Acotación 3: Castellón, redacción del ‘Mediterráneo’, segunda mitad de los años sesenta. Los redactores aún tienen que ir a misa el 20 de noviembre para recordar la ejecución de José Antonio Primo de Rivera y cantar al final del homenaje el ‘Cara al sol’. Don Jaime, un director que expresa su felicidad silbando, «un cacique ilustrado», corrige el titular que un reportero ha puesto a su noticia.

“- ‘Sacerdotes en las calles de Barcelona’ – dicta como título de un suelto que recogía la manifestación de sacerdotes en vía Layetana denunciando las torturas al universitario Jaume Boix.

– Hombre, director… Yo no creo que ese sea un título correcto – argumenta el redactor que debía escribirlo.

– ¿Qué título pondrías? – preguntó don Jaime.

– “Manifestación de sacerdotes disuelta violentamente por la policía” – sugirió el redactor.

– ¡Uuuuuy… Manolo! Nunca serás director – responde don Jaime antes de pasar a otro suelto, dubi dubidubi dubi”.

Martí se hizo periodista en una dictadura.  Por sus informaciones, le pusieron 27 querellas: salió absuelto de todas. ‘El oficio más hermoso del mundo‘ es una colección de historias escritas por un reportero que logró evitar que sus jefes le atasen a un silla. Una reivindicación de un periodismo en extinción, ahora que la mayoría de los periodistas «en lugar de patear la calle rastreando historias se sientan ante el ordenador como si fuese un juguete. En esta crónica de crónicas hay humor y sabiduría, y retratos fantásticos, como los de Vázquez Montalbán, Jorge Semprún y Juan Marsé. Valdría la pena que alguna editorial valiente recuperase los títulos descatalogados de Martí: Historia del estraperlo, ‘Historias de asesinos’, ‘Señoras, caballeros, delincuentes todos’ (escrito junto a Joan Antón Benach). Y también, incluir en una futura edición un índice onomástico y corregir tanta errata inmerecida. Sí, ya veo la sonrisa del maestro.

‘El oficio más hermoso del mundo’. José Martí Gómez. Clave Intelectual. Barcelona, 2016. 384 páginas, 19,50 euros.

Pd.: Os invito a visitar ‘La lamentable’ – la página que dirige José Martí, y en la que también escribe –  y, sobre todo, a escuchar esta fantástica conversación entre José Martí, Bru Rovira, Joan Guerrero y Javier Pérez Andújar en ‘A vivir’ sobre el periodismo y la vida. Una delicia.

Pd. 2 (29/11/20): Martí ha dejado ya sus maravillosas píldoras en ‘A vivir’, pero está muy activo en su cuenta de Twitter: @Jose_MartiGomez. Os invito a seguirla y a leer esta entrevista que Neus Tomàs publicó ayer en eldiario.es

Pd. 3 (23/2/22): José Martí Gómez falleció ayer martes, a los 84 años. «Para mí, – escribe hoy Enric González en la edición de papel de El Paísel periodismo era Martí Gómez. A él le pregunté, hacia 1976, si me aconsejaba dedicarme a la prensa. Me dijo que sí, pero durante el resto de su vida insistió en que había cometido un “craso error” al hacerle caso«. Os invito a leer el hermoso artículo que González ha dedicado a su maestro y amigo, y también el de Eugeni Madueño en La Vanguardia, escrito también desde la admiración y un inmenso cariño. «El Martí, que es como a él le gustaba que le llamáramos, nos ha dejado. Hace dos meses, a primeros de noviembre, después de comernos una escudella y los sesos rebozados de Ca l’Estevet que tanto nos gustan, le ayudé a entrar en el taxi y le despedí sabiendo que no le vería más. Recordé el encargo que un día me hizo: «Madu, en mi funeral, que suene la canción de Raimon Jo vinc d’un silenci». Y, mientras se alejaba en el taxi –ahora hacia el espacio infinito–, tarareé el lema con el que iniciábamos nuestras aventuras como reporteros al bajar del avión: «Una nueva ciudad, una nueva aventura, ¡siempre en busca de la noticia!». Un abrazo enorme, maestro.

1 respuesta »

  1. Maravilloso Martí. Le acompaña hasta el nombre con la cadencia de sus apellidos: pura eufonía. Melancolía de no haberle leído más. Junto con Enric González, otro grande de varias generaciones después, conforma un dúo de oro del periodismo español. Los dos son de fe Españolista, por lo del Real Club Deportivo Espanyol de Barcelona.

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