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‘No se fusila en domingo’: las memorias del Dr. Uriel


Es una escena inolvidable. A Pablo Uriel, la Guerra Civil le sorprendió en una piragua. Desde el río Ebro, vio cómo un convoy carlista entraba a tiros en Rincón de Soto, el pequeño pueblo de La Rioja donde sustituía al médico titular. Ese domingo, 19 de julio de 1936, su vida, como la de millones de españoles, cambió para siempre. Enseguida llegaron detenciones arbitrarias, fusilamientos sin juicio. Era el inicio de una violencia terrible que llevaría al asesinato del admirado hermano mayor de Pablo y pondría al propio doctor al filo de una ejecución arbitraria durante meses.

Ningún registro de ejecutados, ninguna sentencia, ninguna orden expresa (…) si esos hombres habían sido rojos, la época de los rojos había terminado”, escribiría muchos años más tarde en ‘No se fusila en domingo’, unas memorias que Uriel decidió escribir para sus hijos, indignado por la propaganda franquista que celebraba los ’25 años de paz’ y ocultaba la violencia del dictador. Su calidad literaria, su punto de vista – un hombre de izquierdas en el ejército de Franco -, y las peripecias narradas – preso franquista, soldado atrapado en Belchite, prisionero republicano – convierten el relato en una obra apasionante.

Se puede afirmar que muy pocos dejaron de doblegarse al terror, sentencia Uriel, que retrata con gran lucidez a muchos y variados personajes. La última edición de ‘No se fusila en domingo’ – viva gracias al cuidado de Pretextos de su fondo editorial – es de 2008. Cinco años después, Vicent Josep Llobel, Sento’, ganó el Premio Fnac-Sins Entido con ‘Un médico novato’, su brillante adaptación en cómic de la primera parte de las memorias de su suegro. Luego vendrían Atrapado en Belchite’ (2015) y Vencedor y vencido’ (2016), que cuenta lo que Uriel solo apuntó: su vida como preso republicano. ‘Dr. Uriel’ reúne los tres tomos en un único y elegante volumen. Una magnífica ocasión para acercarse a la peor de nuestras guerras desde la visión de un hombre bueno. Os invito a leer esta entrevista con Sento, que publiqué, abreviada, en el número de marzo de 2017 de ‘Historia y vida’.

“Las palabras de Pablo pueden llegar a muchos

más jóvenes contadas en imágenes”

Sin la crisis, quizá no se habría volcado a hacer ‘Un médico novato’. Y, sin el éxito de esta primera entrega (Premio Fnac-Sins Entido en 2013), tal vez no tendríamos el resto de la trilogía. Sin embargo, leyendo ‘Dr. Uriel’ parece difícil creer que no estaban planificados de antemano.

Al final ha sido un trabajo de más de cuatro años a tiempo completo… Cuando, a causa de la crisis, empezó a  haber menos encargos en el estudio y me puse  a pensar en hacer esta historia, no podía ni plantearme algo a tan largo plazo. No solo porque no tendría ingresos durante ese tiempo, sino también porque no sabía si este tema iba a interesar. Así que el planificarla en tres partes me ayudaba a poder enfrentarme a este reto.

¿Cuándo leyó por primera vez las memorias de su suegro?

Allá por los años 70, cuando conocí a Elena. Estudiábamos juntos Bellas Artes en Valencia y un verano fuimos a Galicia, a Sargadelos a participar en unos cursos de cerámica. Allí conocí a Pablo. Al volver a Valencia Elena me pasó las cuartillas con escritos de su padre.

Un hombre de izquierdas luchando en el bando equivocado. Es un punto de vista muy original, que muestra la complejidad de la guerra y huye del relato simplista de buenos contra malos…

Pablo tenía, sólo, 22 años. Su madre había muerto cuando era muy pequeño y él era el menor de siete hermanos. Era un joven tranquilo, buena persona, buen estudiante, deportista -practicaba piragua- y en la Facultad simpatizaba con la FUE (Federación Universitaria Escolar). Recién acabada la carrera, debía de hacer el servicio militar obligatorio y después empezar a buscarse un futuro como médico. Pero empieza la guerra y cómo en Zaragoza desde el primer momento triunfa el golpe militar y allí, todos los jóvenes, sea cual sea su ideología, se deben incorporar al ejército de Franco… Era un buen hombre, arrastrado a luchar y, encima, en un bando equivocado.

Ha dicho que, más que las peripecias de Uriel, lo que le interesan son sus reflexiones sobre la violencia que contempló y sufrió. ¿Por qué?

Ya dije que Pablo era una buena persona, tranquila, observadora. Cuando se ve arrastrado a esa barbarie, imagino que queda atónito, superado y… horrorizado por los acontecimientos que le toca vivir. Durante esos casi mil días de guerra, a menudo escribe, sobre lo que vive y lo que siente. Todas estas notas y recordatorios, los irá pasando a limpio y completando después de la guerra. Me interesan mucho porque son su testimonio directo desde dentro del conflicto.

Y, sin embargo, las peripecias de Uriel – preso en Zaragoza, al filo de una ejecución tan arbitraria como criminal; soldado cercado en Belchite y prisionero de los republicanos en Valencia – son también muy entretenidas. Permiten que cada entrega de la trilogía ocurra en un escenario diferente.

Es que así fue.  Hay tres localizaciones muy claras; Zaragoza /Belchite/ Valencia. Curiosamente, en la única que esta “libre” que es durante su estancia en Belchite, cuando participa de “la guerra de verdad”.

Retrata al doctor con mucho afecto, como una persona inteligente y bondadosa, con un sentido del deber que una y otra vez le obliga a actuar de forma justa. Es una rectitud moral que, creo, no procede solo de su entrega a la medicina.

Supongo que viene de una gran suma de factores…era de Gómara, un pueblo muy pequeño de Soria. Fue criado por sus hermanas mayores, en un ambiente familiar favorable, en el que toda la familia se traslada a Zaragoza para que todos, los hijos y ¡las hijas!, puedan estudiar. Era una persona afable, curiosa y que leía mucho. Durante la guerra, imagino que tuvo tiempo de observar lo mejor y lo peor de los seres humanos… Y, por alguna razón, esto no le llevó a ser rencoroso y desconfiado, sino al contrario.

Sólo un lector de ‘No se fusila en domingo’ puede apreciar la originalidad de ‘Vencedor y vencido’, la última parte de la trilogía. ¿Qué sintió cuándo su esposa descubrió las cuartillas en las que se basa?

Fue estupendo. Estábamos escribiendo el final de la guerra de Pablo, ayudándonos de testimonios de otras personas y buscando información sobre cómo había sido ese final en Valencia. También contábamos con los recuerdos deslavazados que tenía Elena, de las conversaciones con su padre.  Cuando encontramos ese montón de folios amarillento, y vimos que era justo esa parte… Fue emocionantísimo, literalmente las devoramos. Daban  muchos detalles y un montón de información, toda la que necesitábamos para llevar a Pablo de vuelta a su casa de Zaragoza.

Dr. Uriel’ es un cómic para adultos, pero usted afirma que cuando lo dibujaba pensaba sobre todo en las reacciones de chavales de instituto. ¿Por qué?

Hace unos años, las memorias de Pablo fueron una de las lecturas recomendadas en algunos institutos de Aragón y Elena era invitada a presentar este libro y a comentarlo con los alumnos. Vimos en estas visitas, que los jóvenes, cuando se leían esa historia que había sucedido cerca de sus casas, se hacían, y nos hacían, un montón de preguntas y empezaban a interesarse por la historia en mayúsculas y por las pequeñas historias de sus abuelos y familiares. Las palabras que Pablo les quiso contar a sus hijos (que tenían entonces esas edades) pueden llegar a muchos más jóvenes si las contamos con imágenes.

No se fusila en domingo’ está lleno de imágenes. Mi preferida es la escena en la que el Dr. Uriel ve el comienzo de ‘su’ Guerra Civil: desde una piragua en el Ebro. ¡Inolvidable! ¿Cuál es la suya?

Quizás la de la amputación del brazo del brigada, durante el asedio de Belchite. Pablo contaba que después de la guerra vio al brigada en un cuartel, con su manga doblada y sujeta con un imperdible.

‘Dr.Uriel’. Sento. Astiberri. Bilbao, 2017. 432 páginas, 35 euros.

‘No se fusila en domingo’. Pablo Uriel. Pretextos. Valencia, 2008. 444 páginas, 23 euros.

4 respuestas »

  1. Me he asomado hoy a este blog por primera vez. Me parece excelente.
    La historia de Pablo Uriel es fascinante. Compraré el libro.
    Me rindo, de nuevo, Joaquín. Gracias.

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