Hay una voluntad de contar lo máximo con lo mínimo, un reto que comienza desde el título. Con dos números, Jean Echenoz evoca la guerra que acabó con el siglo XIX, la contienda de la artillería, la ametralladora y el fango, la primera gran matanza industrial. En la minimalista ‘14’, Echenoz nos lleva a las trincheras de la Gran Guerra y admite desde el principio que todo está contado ya, que no hay nada nuevo que él pueda mostrarnos, salvo, quizá, reducir los cuatro años de guerra a una historia de sólo un centenar de páginas, con letra amplia e incluso alguna página casi en blanco.
Cuenta Echenoz a Miguel Mora que llegó a la Primera Guerra Mundial por azar. Quizá si no hubiese leído el diario de guerra de un tío abuelo de su mujer, nosotros no podríamos disfrutar de ‘14’, que, tan oportunamente, ha llegado unos meses antes del gran centenario. No hay una palabra de más en este libro breve que invita a ser releído nada más terminarlo, aunque sepamos, casi desde el principio, que Charles, Anthime, Bosis, Paliodeu y Arcenel, amigos que parten a la guerra entre los vítores y aplausos de su pueblo, nunca regresarán ilesos.
Echenoz evita detenerse en la vida en el frente, la locura de la batalla, la soledad del soldado que elude la muerte con el pago de uno de su brazos. “Muchas veces – admite también a Miguel Mora – la manera de escribir la decide el tema que eliges. Y curiosamente este libro tiene frases más largas que los libros anteriores, hay más adjetivos y está construido de otra forma”. El resultado es una miniatura perfecta, demasiado incluso. Porque, como escribe José Andrés Rojo, Echenoz «se ha tomado la molestia de no llenar la narración con hojarasca inútil«. Y, sin embargo, a veces deseas que a este bonsái le crezca de repente una rama rebelde y frondosa.
Por momentos, está a punto de suceder, pero Echenoz esgrime enseguida sus tijeras de podar: “Todo esto se ha descrito mil veces…” “Es sabido lo que vino después”. ‘14’ funciona así como un estilizado prólogo de una guerra de la que nunca sabremos lo suficiente. Una invitación para releer, o descubrir, clásicos tan distintos y necesarios como ‘Tempestades de acero’, ‘Los cañones de agosto’, ‘Adiós a todo eso’ o ‘Los siete pilares de la sabiduría’. Una entrada a la pinacoteca de la Gran Guerra, de la académica ‘Gaseados’, que ilustra estas líneas, a las pinturas y grabados expresionistas de Otto Dix. Un billete, en fin, para entrar en este centenario sin sentirnos abrumados en la pasarela de embarque.
‘14’. Jean Echenoz. Editorial Anagrama. Barcelona. 2013. 104 páginas, 10 euros.
Pd: ¿Qué parece más real: la idealizada columna de soldados británicos cegados por el gas mostaza o este grabado de una columna alemana caótica y vencida? Yo no tengo dudas. Os invito a saber más sobre las pinturas y grabados en los que Otto Dix retrató el horror de la Gran Guerra. Sólo hay que pinchar aquí.
Pd. 2 (16/1/14): Os dejo el enlace del amplio especial que El País publica hoy sobre la Gran Guerra. Muy interesante. Y para saber más, muchísimo más, os dejo el enlace del especial que los archivos nacionales británicos han creado para conmemorar el aniversario. Imprescindible, de verdad.
Pd. 3 (16/4/14): Y otro enlace más, el de la reseña de ‘La Gran Guerra’, la panorámica de la batalla del Somme que ha dibujado Joe Sacco.
Pd. 4 (19/5/14): Borja de Riquer i Permanyer ha publicado en Revista de Libros este interesante artículo sobre la evolución del relato histórico de la IGM
Pd. 5 (27/6/14): En víspera del centenario, El Mundo ha publicado este interesante especial.
Cuenta Marc Ferro que los jóvenes de toda Europa se alistaron en masa, soñando con el uniforme de la guerra y pensando en volver por navidad. En cuatro años sin fin, Francia perdió toda una generación. Los políticos y diplomáticos y mandos militares desconocían hasta dónde podía llegar la capacidad destructiva de la época. Los principales periódicos e intelectuales europeos arrastraron a las masas al campo del desafío y el orgullo herido. Stephan Zweig cuenta aquel cambio brusco, como de un día para otro, en que la locura y el prejuicio se apoderó de la ancha Europa. Nada volvería a ser igual.
Qué interesante, bloguero.
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Gracias.
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Muchas gracias a ti por visitar el blog. Feliz semana.
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