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Muerte de un forense


 

Mustang P 51 Imperio del sol

Es uno de mis recuerdos robados. Un P-51 ‘Munstang’ balancea sus alas plateadas mientras el piloto sonríe y agita su mano para saludarme. Corro por la azotea de un edificio del campo de concentración, entre humo y explosiones y grito: “P-51 Mustang, ¡el cadillac del cielo!” .

Es una de las escenas más impactantes de ‘El imperio del sol’, la novela en la que J.G. Ballard narra su vida de adolescente en un campo de concentración japonés durante la II Guerra Mundial. Fue su novela más clásica y la que más éxito tuvo para sorpresa de sus lectores anteriores, acostumbrados a obras turbadoras, llenas de sexo y violencia.

Y, sin embargo, el propio Ballard reconoce en su penúltima obra, ‘Milagros de vida’, unas memorias escritas contra el reloj del cáncer, cómo la conquista japonesa de Shanghai y su posterior vida carcelaria en el campo de concentración fueron su primera ventana a un mundo inquietante y oscuro.

“Aquella experiencia adquirió un significado más profundo para mí: la sensación de que la realidad era un decorado que se podía desmontar en cualquier momento, y de que, por muy espléndido que algo pareciera, podía ser barrido con los restos del pasado (…) las piscinas vacías, los hoteles y clubes nocturnos abandonados, las pistas de aterrizaje desiertas y los ríos desbordados – se remontaban al Shanghai de la guerra”.

JG Ballard en 1984Fue una de las enseñanzas de su cautiverio. La otra, la crueldad, ya la había entrevisto Ballard en el Shanghai cosmopolita y gansteril de los años 30. Cuando volvió a Inglaterra, vendió enciclopedias, estudió Medicina y se convirtió en escritor casi en contra de todos. Excepto de su mujer, que le dio la confianza que todo narrador necesita.

Apasionado de los surrealistas y el psicoanálisis, Ballard encontró en la ciencia ficción su género y escribió una serie de obras molestas, inquietantes y sorprendentes, desde ‘La exhibición de atrocidades’ a ‘Crash’. Creaciones tan únicas que han provocado que ballardiana sea una palabra necesaria para describir la realidad.

“Actualmente, – escribe en ‘Milagros de vida’ – la ciencia ficción es el único rincón en el que sobrevive el futuro, del mismo modo que los dramas de época televisivos son el único rincón en el que sobrevive el pasado”…

Me hubiera gustado preguntarle si también los informativos de televisión son un relato del pasado. Intuyo que quizá estaría de acuerdo pero nunca tendré la certeza. J. G. Ballard murió este fin de semana, después de dejarnos una detallada autopsia de nuestra sociedad.

ordenadores basura

Pd. (3/5/2013): Os invito a leer el gran artículo sobre Ballard que Mar Padilla ha publicado en Jotdown y que deja muy muy pequeña esta entrada.

Pd. 2 (28/8/13): La editorial Caja Negra acaba de publicar Para una autopsia de la vida cotidiana, un libro que recoge 4 entrevistas a Ballard.

Pd. 3 (7/12/13): RBA acaba de publicar los ‘Cuentos completos de Ballard. Sería una excelente noticia si no fuese un ‘tocho’ inmanejable de 1.280 páginas, que cuesta 35 euros y, sin embargo, tiene una finísima tapa blanda: Ballard se merecía una edición mucho mejor. Aún así, es una buena noticia y Jordi Costa la celebra con un magnífico artículo sobre el complejo universo de este escritor «de un talento único e irrepetible, que transformó la piel de la ciencia ficción para convertirla en la mejor herramienta para abordar la autopsia de nuestro futuro sobre el cadáver de nuestro presente«. Espero que RBA tome nota: la segunda edición, en tapa dura y en dos volúmenes manejables. Ballard se lo merece.

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