“Ahora
voy a contar la historia de mi vida
en un abecedario ceniciento.
El país de los ricos rodeando mi cintura”.
1.274 páginas de papel biblia. Mil doscientas setenta y cuatro páginas contienen (casi) toda la obra del poeta Blas de Otero: los poemas míticos celebrados por los revolucionarios que soñaban su mundo nuevo, los versos memorizados por torpes conquistadores, las líneas dispersas de prosa que sólo leyó la mujer que más le amó. “Un libro de poemas padece asma. Necesita oxígeno de mar, de páramo, de ciudad…”, escribió el poeta vagamundo en ‘Nueve historias fingidas y verdaderas’. Este libro gordo y necesario, asmático y vital, está lleno de poemas y de prosas inéditas, incluidas las apenas 20 páginas de las memorias que Otero empezó a escribir en 1969. De esa ‘Historia (casi) de mi vida’ he robado los fragmentos en los que el poeta habla de su oficio. Espero que os gusten.
CUADERNO DE ROBOS (XI)
“La revelación fue una frase de Lorca que viene a decir que el poema tiene sus derechos, hay que obedecerle. Esto ocurrió hacia 1944, hasta entonces, desde mis doce años, yo había escrito infinidad de poemas, con mucho arrebato, pero con poca autoconciencia y control. Uno de mis poetas predilectos fue – y sigue siéndolo – José María Gabriel y Galán. Porque sabed, críticos cegatos, poetas miopes y pedantes, que Gabriel y Galán es un buen, y a veces muy buen poeta”.
“¿Por qué escribimos lo que escribimos? Nadie lo sabe (…) En último término, se podría decir que la expresión poética no es sino una forma sui generis de sintaxis. Una manera extraña de hablar. Pues “si no se debe de escribir como se habla, tampoco resulta conveniente escribir como no se habla”, y el poema hay que decirlo, más que leerlo”.
“Al arrancar, apenas sé de qué voy a escribir. Poemas tan concretos de tema, por ejemplo ‘Muy lejos’ – el llamado poema de Bilbao -, ignoraba, cuando comencé a escribirlo, que ese iba a ser su tema y desarrollo. Debe haber un control, un equilibrio entre la libertad y la vigilancia. Escribimos con los párpados entornados: semidormido, pero vislumbrando interiormente con lúcida claridad. Cada palabra que trazo es cernida en el momento de brotar. Si la dejo emerger, la pronuncio o, al menos, la vocalizo en silencio. Por eso apenas corrijo después. Olvídate de lo que escribes, aunque guarde casi todos mis poemas en la memoria”.
“Lo realmente impresionante de la vida de todo hombre es que es única, irrepetible. Mi vida dura exactamente hasta mi muerte. Y no se repetirá. Ninguno de los hombres que viven conmigo, de los que me precedieron o aparecerán más tarde, son mi vida. No volveré a vivir, no volveré a ver, a fumar, a pasear, a hacer el amor. Para siempre, se acabó para siempre. He aquí lo más irreal de mi vida”.
“Los primeros versos los vi en mi adolescencia madrileña en el ‘Tesoro de la juventud’ Y algunos de Juan Ramón. Después, yendo a Valladolid a examinarme de las asignaturas de Derecho, leía a Gabriel y Galán. Luego entré en la Generación del 27 (es preferible llamarla a sí que no “la de la Dictadura”, para no confundirla con otra posterior). Lorca siempre me gustó por su condensación, su corporeidad”.
“Yo había trabajado a mis veinticuatro años de asesor en una fábrica de forjas de Vizcaya. En realidad, allí escribí el ‘Cántico Espiritual’, pues pronto me di cuenta que todo aquel papeleo, Hacienda, etc., era un camelo y lo despachaba por debajo de la pata. Me fui a Madrid a cursar Filosofía y Letras. Otro camelo la Facultad que también abandoné, sin darme por vencido”.
“Las lecturas en prosa llenan nuestro espíritu, quizás más que la poesía, que lo ahonda, aunque creo vagamente que la música llega más lejos… Considero ‘Guerra y paz’ la mejor novela, juntamente con el ‘Quijote’, aunque sea enemigo personal de nuestro gran libro a causa de su último capítulo, una claudicación lamentable, innecesaria, pues bastaba haberle hecho al hidalgo reconocer su locura en cuanto a los medios empleados, no en el ideal perseguido. Pero no todo es tan sencillo en esta vida, y para qué vamos a complicar la muerte. No hay mucha literatura que merezca perdurar, releerse”.
“Estoy sentando a la puerta del palacio de Orozco, viendo pasar mi entierro. Lo llevan a hombros cuatro hombres invisibles. Lo estoy mirando pasar con toda serenidad, algún día tenía que ser, así, sin chanfainas de ningún tipo, arropándome la tierra madre, la tierra que brotará hierba y sobre la que descenderá la lluvia desmenuzada, como yo, de mi pequeña patria. Pero antes de morirme quiero echar mis versos al fuego”.
“Mi terquedad es indomable, dirigida siempre hacia los cuatro puntos cardinales de toda mi vida: el arte, la mujer, la justicia y pasear por la calle (…) Amo la calle. Si muero en la calle, que me entierren como dios quiera: sin cruces ni semáforos”.
“Estas líneas serán completadas algún día. Todavía no me siento fuera del presente ni veo mi pasado como absoluto pasado”
‘Obra completa’. Blas de Otero. Editorial Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2013. 1.274 páginas, 30 euros.
Escribes, estupendo bloguero, que el ‘Quijote’ de decepciona al final porque ves una claudicación en su último capítulo. Vuelve el Hidalgo a asesar y se arrepiente entonces de las locuras. Cervantes anda en ese momento con ‘las ansias de la muerte’ y ya no hay pájaros en los nidos de antaño. Pero Sancho, que se ha quijotizado toma el testigo y le insta a volver a las viejas aventuras, a hacerse pastor…ideal tan poderoso en su vida como el caballeresco en lo que a la vida literaria se refiere. Una nueva secuencia de suelta de los deseos, de las aspiraciones, del llevarse y traerse por la vida. Hay que pensar en ello. El Quijote es una obra trunca porque también lo es la existencia de su autor. ‘no se muera vuessa merced…’, ‘hagámonos pastores…’. A un ideal sigue otro, y en ese discurso se nos va la vida de las manos y del corazón las fuerzas. En conclusión debo decir que el blog es excelente, propio de una criatura que conoce el paño. Felicidades
Con mi personal aprecio: Pancracio Celdrán.
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Estimado Pancracio, le agradezco mucho su erudito comentario, pero ha sido demasiado generoso conmigo. Es Blas de Otero quien critica a Cervantes por el capítulo final de El Quijote, yo sólo me he limitado a copiar sus palabras. Es un honor tenerle entre los lectores de este blog. Un abrazo.
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Estimado amigo, querido Joaquín: Cuando no se mete uno en el ambiente de la época en que las cosas fueron escritas se padece de ciertos espejismos y anacronismos del pensamiento. Blas de Otero es criatura menor en el conjunto de la literatura y, desde luego, su opinión es de poco peso. Decir esas cosas denota que no ha leído el Quijote con la debida atención, porque son numerosos los momentos de la Primera Parte de la obra en los que Cervantes está a punto de devolverle el seso a su criatura protagonista. Don Quijote y su locura cobran adultez y enjundia en la Segunda Parte, y es entonces cuando su camino ya está trazado, es entonces cuando Cervantes embrida al Antihéroe y le lleva por los caminos como viajero que dice su mensaje, como en el viejo romance, a aquellos que con él van. En cuanto al blog, es formidable, una verdadera revista de literatura nada contemporizadora. Felicito a quien haya lanzado tan formidable producto, que desconocía.
Con mi personal aprecio:
Pancracio Celdrán
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