“Me siento orgulloso de haber vivido lo suficiente para estar aquí. Quiero explicaros una historia, la historia de por qué fui a parar a un campo de concentración”. El anciano tiene 84 años y durante años ha repetido esta frase ante miles de estudiantes, pero nunca ha tenido un público tan selecto como hoy. Ante él no hay chavales con carpetas, sino ministros y exministros, diputados y víctimas de los campos de concentración. “Vengo con la orla de la supervivencia” dice Enric Marco a su selecto auditorio, que escucha con atención su discurso atropellado. Es el 27 de enero de 2005, se cumplen sesenta años de la liberación de Auschwitz y, por primera vez, el parlamento español rinde homenaje a las víctimas del horror nazi. Enric Marco, el presidente de la Amical de Mauthausen, ha sido el elegido para representarlas. “Me quitaron mi nombre, que sustituyeron por un número, me quitaron mi etnia, la patria que tenía y en su lugar me pusieron un color” dice Marco, mientras Carme Chacón, vicepresidenta del Congreso, se lleva la mano a su mejilla izquierda. Ignora, como el resto del auditorio, que llora por una mentira. Enric Marco no tiene ningún número grabado en su antebrazo izquierdo, nunca viajó durante días en un vagón de ganado, nunca vivió en el horror. Enric Marco es un impostor.
Su gran mentira se descubrió unas semanas después gracias a Benito Bermejo, un historiador sin fama que se molestó en hacer lo que los historiadores, periodistas y políticos de renombre no hicieron: verificar el discurso de Marco. Nueve años después del escándalo, Javier Cercas nos invita a descubrir quién es realmente este nonagenario, qué verdades usó para crear sus mentiras. Sí, en plural. Porque antes que superviviente del exterminio nazi Marco fingió ser otro héroe, apropiándose del pasado de amigos y conocidos con la maestría de un embustero genial, convirtiendo su vida en una novela. Escribirla es el reto que Cercas afronta en ‘El impostor’, una novela sin ficción en la que el novelista se convierte en personaje y en la que, dice, tiene prohibido mentir. Un libro de lectura veloz y apasionante donde Cercas utiliza la impostura de Marco para cuestionar la relación con nuestro pasado reciente y traza una frontera nítida entre la Historia y la memoria histórica. Aunque está a la venta desde el jueves pasado, la red ya está llena de críticas de la novela, programas de televisión e incluso entrevistas frustradas. Para aportar algo, he decidido acercarme a ‘El impostor’ a través de algunos de los libros que Cercas cita en su investigación. Espero que esta lectura de lecturas te anime a leer esta novela que tanto he disfrutado.
‘El Quijote’
La gran referencia literaria de ‘El impostor’. ¿Se volvió loco Enric Marco?, se pregunta Cercas. No tarda en descartarlo, pero cree que si hay un personaje literario que explica por qué Enric Marco hizo lo que hizo éste es el más memorable de nuestros locos de papel. “A los cincuenta años de edad, don Quijote y Marco se rebelan contra su destino natural, que es, pasada ya la cumbre de la vida, darse por satisfechos con lo que han vivido y prepararse para la muerte; ellos no condescienden, no se resignan, no se someten, ellos quieren seguir viviendo, quieren vivir más, quieren vivir todo aquello que nunca vivieron y que siempre soñaron con vivir. Y están dispuestos a todo para conseguirlo (…) Entre la verdad y la mentira, eligen la vida: si la mentira da vida y la verdad mata, ellos eligen la mentira; si la ficción salva y la realidad mata, ellos eligen la ficción”. De acuerdo, pero, si es imposible odiar a nuestro caballero andante, ¿es imposible odiar a Marco?
‘La metamorfosis’
La de Ovidio, no la de Kafka. ‘El impostor’ comienza con esta cita: “Si se non nouerit”, “si no se conoce a sí mismo”. Es la advertencia que Tiresias, el adivino ciego, hace a la ninfa Liríope cuando ésta le pregunta si su hijo Narciso vivirá mucho tiempo. ¿Es Enric Marco un narcisista? Parece evidente que sí. Lo que no es tan evidente es quién fue Narciso. Porque si en la versión popular del mito muere ahogado, en ‘La Metamorfosis’ de Ovidio Narciso fallece solo por ver su rostro reflejado en el agua: no soporta la verdad de su vida. “Lo que es seguro – escribe Cercas – es que a Narciso la ficción le salva, y que, si Marco es a su modo narcisista, sus mentiras quizá le salvaron: Marco fue un huérfano arrebatado a la fuerza a una madre pobre, loca y maltratada por su marido, un niño nómada y sin afecto, un adolescente inflamado por una revolución fugaz y derrotado por una guerra espantosa, un perdedor nato”. Marco se reinventó varias veces, la penúltima cuando España pasó de dictadura a democracia, en la otrora mítica y ahora denostada Transición. Dice Cercas que también entonces el país reinventó su pasado, incapaz de aceptar su visión en el espejo. ¿Lo hicieron todos los españoles? No, pero es indudable que muchos españoles sí se reinventaron. Según Cercas, la mayoría.
Truman Capote y Perry Smith, asesino y personaje
‘A sangre fría’, ‘David Copperfield’ y ‘El adversario’
En el extremo de la bondad, Dickens; en el de la maldad, Capote; en medio, Carrère. ‘El impostor’ es mucho más que el fascinante relato entrelazado del Marco falso y el verdadero. Es, por ejemplo, una reflexión sobre qué es una novela y cuál es el poder de un escritor. “Si sus mentiras salvaron a Marco – reflexiona Cercas – , la verdad que estoy contando en este libro le matará. Porque la ficción salva, pero la realidad mata”. Y la realidad que puede matar a Marco también puede matarle a él, como mató a fuego lento a Capote tras culminar ‘A sangre fría’, su obra maestra. Cercas no quiere ser Capote – que como amigo deseaba la salvación de los dos asesinos que protagonizaban su novela y, como escritor, su muerte -, pero tampoco puede ser Dickens, que convirtió a la malvada que protagonizaba las primeras entregas de ‘David Copperfield’ en un ángel tras conocer el daño que estaba haciendo a una mujer que guardaba un gran parecido físico con ella. La solución, convertirse en personaje, como hizo Carrère en ‘El adversario’, la narración de otro impostor real. Y así, como un personaje más de la novela, Cercas conversa con su hijo Raül, con su mujer, con su hermana y, sobre todo, con Marco.
‘Si esto es un hombre’
“Por favor, déjame algo” suplica Marco a Cercas, incapaz de resistir el acoso y derribo a su personaje. Implacable, el novelista desmonta uno tras otro los mitos que Marco creó, como si fuera un mecano con los tornillos flojos. Es imposible no sentir compasión del farsante cuando el anciano nonagenario susurra su súplica. Cercas no pretende salvar a Marco, no quiere que este libro se convierta en “un premio inmerecido”, pero tampoco quiere destruirle, solo entender por qué este hombre se convirtió en un genio de la falsificación, en “el Maradona de los impostores”. Cuando se descubrió su última impostura, que no era el prisionero 6.448 de Flossenbürg, Marco justificó su gran mentira con otra: su falsedad había permitido difundir en España el horror de los campos nazis. Pero, como escribe Cercas, “el resultado de mezclar una verdad y una mentira es siempre una mentira, excepto en las novelas, donde es una verdad”. ¿Entender a Marco es justificarle? ¿Entender por qué los nazis crearon sus campos de exterminio es justificarlos? Primo Levi escribió que sí, pero también lo contrario: que escribía para comprender el horror que había vivido. ‘Si esto es un hombre’, el relato de su paso por Auschwitz, obra clave en la literatura del Holocausto, es el libro que Marco habría querido protagonizar.
‘Soldados de Salamina’
¿Qué diferencias existen entre la historia y la memoria histórica? “La memoria es individual, parcial y subjetiva – escribe Cercas citándose a sí mismo – en cambio, la historia es colectiva y aspira a ser total y objetiva”. Sostiene Cercas que el triunfo de Marco no habría sido posible sin el auge de esta memoria que es lo opuesto a la historia y que en España fue el intento frustrado de recuperar a las víctimas del franquismo, a los perdedores de la guerra civil que aún están enterrados en laderas y barrancos, bajo el asfalto de nuestras carreteras o las baldosas de nuestra aceras. Un intento frustrado porque la ley promovida por el gobierno de Zapatero fue insuficiente y porque alrededor de un deseo bienintencionado, de un acto necesario, surgió toda una industria que fabricó productos falsificados. “Las víctimas de la dictadura fueron el precio de la Transición”, dice el novelista, que es consciente de que sus lectores van a recordar enseguida la novela que convirtió a Cercas en un autor de éxito: ‘Soldados de Salamina’. ¿Formó parte Cercas de esta industria que ahora critica? Es lo que recrimina al novelista un Marco ficticio, al que Cercas da voz en el último tramo de la novela: “usted hizo exactamente lo mismo que yo, usted puso de moda la memoria histórica, o contribuyó a ponerla de moda, usted contribuyó a crear la industria de la memoria, igual que yo, mucho más que yo; pero a usted le premiaron convirtiéndole en un escritor reconocido mientras que a mí me castigaron convirtiéndome en un apestado”. Los críticos podrán decirlo más alto, pero no más claro.
‘La República’, de Platón; ‘Mi lucha’, de Hitler; ‘Del asesinato considerado como una de las bellas artes’, de Thomas de Quincey; ‘La verdad de las mentiras’, de Vargas Llosa; ‘Madame Bovary’, de Flaubert… la lista de libros a los que acude Cercas es tan larga que esta entrada corre el riesgo de convertirse en un artículo de Jotdown. Así que termino con la certeza de Faulkner, novelista sin libro en esta novela: “El pasado no pasa nunca, ni siquiera es pasado; el pasado es una dimensión del presente”.
‘El impostor’. Javier Cercas. Penguin Random House. Barcelona, 2014. 428 páginas, 22,90 euros.
Pd: En este enlace podéis leer las primeras páginas de la novela.
Pd. 2 (21/11/14): «Me siento engañado por Cercas«, ha dicho hoy Enric Marco a Gemma Nierga en esta una interesante entrevista que podéis escuchar pinchando aquí. Tal y como había previsto Cercas, Marco contraataca.
Pd. 3 (29/12/14): Ayer volví a ver ‘Odessa’ y descubrí que el periodista que interpreta Jon Voight intenta infiltrarse en la red nazi fingiendo ser un ex SS del campo de Flossenbürg. No pude evitar pensar que Marco vio la película antes de elaborar su personaje.
Pd. 4 (17/2/15): «Me enteré de que Javier Cercas estaba escribiendo un libro sobre Enric Marco por Lucía, que había añadido el apellido del autor a su repertorio cómico: «¡Javier Cercas! ¡Javier Lejos!», me dijo un día. Mi tío añadió después que se había reunido con el escritor durante la preparación del libro, de ahí la gracieta de mi prima«. El tío es Benito Bermejo y es el protagonista de este artículo que su sobrina Andrea G. Bermejo publica en Jotdown. No os lo perdáis.
Creo que gracias a millones de impostores como Marco y a la gente que no se cuestiona nada de lo que ve en cine o tv se ha satanizado a todo el pueblo alemán, austríaco,italiano etc. La «historia» la han preparado tan bien los vencedores que nos creemos cualquier atrocidad si nos dicen que la hicieron los nazis, y claro… ¿quién se atreve a cuestionar a una víctima? Intentar justificar a este señor después de que lleva 30 años ganando dinero por mentir es de locos. En 1987 dio una conferencia en mi colegio y yo desde entonces he odiado al nazismo, el pasado año ley el Mi lucha y los 27 puntos del ideario del partido y hoy no solo no los odio sino que creo que la culpa de la guerra la tuvo El reino unido y Francia al declarar una guerra que no iba con ellos y al humillar a Alemania con el tratado de Versalles quitándole Polonia (Prusia occidental, Pomerania,Dansing etc) y TODAS sus colonias de ultramar. Pero claro, es mas fácil dejarnos convencer por una foto que no sabemos siquiera su fecha ni el lugar donde fue tomada que ponerse a indagar en los periódicos y archivos de la época la verdad del asunto. Felicidades por el artículo,leeré el libro y volveré a ver Odessa. Aunque ahora seré mas critico.
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Estimado Ángel, creo que su comentario refleja por qué la impostura de Marco es tan grave. Aunque él no se enriqueció, aunque siempre defendió que contribuía a difundir en España el drama del Holocausto, su impostura abre una grieta por la que los revisionistas pueden intentar cuestionar los crímenes nazis. Comprendo que se sienta decepcionado por un mentiroso que decía la verdad, pero ¿de verdad cree que hubo «millones de impostores»? No comparto que la IIGM comenzase por Francia e Inglaterra. Sí, el tratado de Versalles fue un grave error, pero Francia e Inglaterra sólo declararon la guerra después de ver cómo Hitler se había zampado Checoslovaquia con total impunidad y volvía a hacer lo mismo con Polonia. Ahora que ha leído ‘Mi lucha’ le recomiendo que lea la biografía de Ian Kersaw de Hitler o los diarios de Victor Kemplerer. Sin duda, ampliarán su mirada crítica. Gracias por visitar el blog y por dejar su comentario.
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Reblogueó esto en Mujerárboly comentado:
Siempre me gusta reflexionar sobre la diferencia entre «memoria» e «Historia» y estaba precisamente algo sensible al respecto cuando, el otro dia, en el FB de alguien, me encontré que se llamaba «guardianes de la memoria» a un grupo de arqueólogos. No, lo que hacen los arqueólogos es lo más alejado que se puede estar de la «memoria» ¿o es que los confunden con filidh?
Aqui una aproximación literaria y muy buena sobre el tema memoria/Historia: pinchen los enlaaaces, plis.
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Aquí siempre se olvida que Polonia fue invadida por 2 frentes, los alemanes y los rusos. Por que no declararon la,guerra a los rusos?
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