El funcionario que vive en mí, un tipo que sueña con un trabajo de ocho a tres, vivir tres vidas en lugar de media y disfrutar vacaciones trimestrales en una playa de arena blanca y agua transparente y cálida (un tipo, en fin, obsesionado con el tres), le dijo ayer a Don Mariano la famosa frase.
Sí, esa que me he prometido no escribir después de haberla leído o escuchado en todos los artículos, columnas e incluso piezas de telediarios que he visto sobre el bicentenario de Larra. Así que aquí estoy, con 200 años y un día de retraso, y la frase que resume a Larra dándome vueltas en la cabeza.
Larra, retratado por Max Hierro
Una frase que lo simplifica, lo reduce, lo oculta. A Umbral le ha pasado lo mismo. Todos los que no le han leído le reducen a una frase. Sí, ese grito televisado de hombre engañado. “Todo biógrafo es biógrafo de sí mismo (…) Umbral es Larra sin chalecos vistosos, aunque con bufanda o foulard”.
La cita es de José Hierro, poeta que hoy vuelve a los quioscos cuando ya no está en muchas librerías, y pertenece al prólogo de mi edición de ‘Larra, anatomía de un dandy’, un libro que Umbral escribió en 1965. Lees la primera frase y ya está allí Umbral, con su bufanda, su espejo dandy y literario y sus frases certeras.
Sentencias que esconden siempre otra verdad. Como la de José Hierro. Es fácil comprender que Umbral se sintiese heredero lejano de Larra, pero las similitudes vitales se acaban cuando Umbral cumple los 29 sin pegarse un tiro, convencido de que la única salvación posible es la escritura perpetua.
Con sus 30 años recién cumplidos, este Umbral que ya es Umbral pero no es Umbral, vence a Larra y pega un pisotón en el espacio polvoriento de críticos y catedráticos de aquella España gris y triste que vive en su ‘Trilogía de Madrid’. Pisotón:
“Con la tradicional alegría necrológica y necrofílica de nuestro país, se ha hablado una y otra vez, poniendo los ojos en blanco, sobre lo mucho que podría haber hecho aún Larra con la pluma, de no haber puesto fin a su vida. Mentira. Larra había dicho ya todo lo que tenía que decir. Es indudable que no le hemos leído profundamente. De otro modo, advertiríamos que el pistoletazo suicida no ha sido en él sino un punto final a su prosa”.
No, yo desde luego no he leído a Larra profundamente. Pero mi amigo Juan Antonio Tirado sí. Es fácil comprobarlo: imposible encontrar la frase jíbara en su artículo.
‘Larra, anatomía de un dandy’. Francisco Umbral. Visor Libros. Madrid, 1999. 145 páginas, 12 euros.
Ni sé cómo se pasó este post, ni sé cómo no me avisaste, pero lo que sé es que es una pieza espléndida (más allá de la felicidad de la cita). Es más Umbral que Larra, quizá porque Umbral sea más Umbral que Larra al menos para el lector moderno.
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